La cosa no acaba ahí. Uno hubiera esperado que, con el fin de la vida de Mao, y tras el brutal sufrimiento de China a manos del Ejército de Liberación Nacional, podrían liberarse de las cadenas que los mantenían atados al sistema maoista. Sin embargo, y a pesar de las exitosas reformas económicas de Den Xiaoping, el PCCh (Partido Comunista Chino) ha mostrado por medio de acciones decisivas que no otorgarán nada al pueblo chino que ellos no hayan autorizado primero. Todo tipo de reclamo social a favor de la democracia, el multipartidismo, la crítica social y las libertades sociales está prohibido en territorio chino, y cualquier muestra de inconformismo social es reprimido con cuantiosa fuerza por las autoridades estatales. La Masacre de Tiananmen Square es el ejemplo más trágico y brutal de lo que el PCCh hace a aquellos que quieren la reformar de la sociedad que han establecido.
En la actualidad, China es un país cuyo poder geopolítico asciende estrepitosamente, y llega a aterrar a todas las naciones. La brutal industrialización tecnológica del país es innegable, y nunca antes el nivel de riqueza nacional ha subido tanto en tan poco tiempo. Sin embargo, este florecimiento material no se ha reflejado en la liberalización de la sociedad china, quienes todavía viven con sus libertades coartadas por el Partido Comunista Chino, las fuerzas estatales y su presidente, Xi Jinping. Durante esta reciente pandemia por COVID-19, las fuerzas del orden en China han aprovechado para mentir, suprimir a disidentes políticos y falsificar severamente el número de muertos. Actualmente, y teniendo en cuenta la cantidad de personas que han muerto en otros países, la cifra oficial de muertos ofrecida por la OMS y el Estado de la República Popular China, es sin duda un chiste, una mala broma que las personas con los pensamientos correctos no pueden o no deberían tomar en serio.
En la actualidad, China es un país cuyo poder geopolítico asciende estrepitosamente, y llega a aterrar a todas las naciones. La brutal industrialización tecnológica del país es innegable, y nunca antes el nivel de riqueza nacional ha subido tanto en tan poco tiempo. Sin embargo, este florecimiento material no se ha reflejado en la liberalización de la sociedad china, quienes todavía viven con sus libertades coartadas por el Partido Comunista Chino, las fuerzas estatales y su presidente, Xi Jinping. Durante esta reciente pandemia por COVID-19, las fuerzas del orden en China han aprovechado para mentir, suprimir a disidentes políticos y falsificar severamente el número de muertos. Actualmente, y teniendo en cuenta la cantidad de personas que han muerto en otros países, la cifra oficial de muertos ofrecida por la OMS y el Estado de la República Popular China, es sin duda un chiste, una mala broma que las personas con los pensamientos correctos no pueden o no deberían tomar en serio.
La cuestión china no se limita solamente a eso. Todos los países tienen historias de pasados turbios, autoritarismo y la mayoría de los países del mundo todavía tienen gobernantes que usan los poderes del Estado para suprimir libertades e imponer sus ideologías al mundo. ¿Por qué entonces hacer tanto énfasis en China y no fijarnos los casos de autoritarismo y represión política registrados en Cuba, Venezuela o Nicaragua? La cuestión china es preocupante debido a las nuevas políticas imperialistas de los chinos, quienes, en un acto que incluso parece contradecir sus "elevados" ideales comunistas, han mostrado hostilidad a los gobiernos disconformes con su autoritarismo, sin contar, además, el enfermo deseo de la RPC (Republica Popular China) de querer anexar ilegítimamente la isla de Taiwán, gobernada por la República de China-Taiwán, a quienes no quieren reconocer como país independiente.
Puede que a muchos les resulte una locura lo que estoy diciendo. ¿La anexión de Taiwán, ilegítima? Sin dudas lo es. Puede que a muchos les duela escuchar esta opinión mía, pero la República Popular China no es el gobierno legítimo del pueblo Chino. La República de China-Taiwán sí lo es. Desterrados a la fuerza por los revolucionarios maoistas, en la isla de Taiwán yace la auténtica China, aquella China multipartidista, democrática, liberal y capitalista, que permite que sus ciudadanos decidan el destino de sus vidas y escojan con libertad el tipo de acciones que el Estado toma para garantizar la seguridad y la paz de todos los taiwaneses. Es por eso que el gobierno de la República Popular China (también conocido como "la China continental") está tan enfurecido con la existencia misma de Taiwán. La presencia de aquel gobierno que dice ser legítimo legislador de todos los chinos y que demuestra un índice de libertad superior al suyo es algo que debe dejar de existir ante los ojos del Partido Comunista Chino. Muy recientemente, el Ejército de Liberación Nacional ha comenzado a hacer prácticas ante una inminente invasión de la isla de Taiwán. Nadie se ha enterado de esto, porque todos estaban ocupados con la pandemia de coronavirus, y por las propias situaciones caóticas en las que estamos viviendo en Occidente, no nos damos cuenta del monstruo rojo que se está incubando del otro lado del mundo. La gente, incluso los que se llaman a sí mismos activistas por la democracia, ignoran la tiranía que yace al otro lado del Pacífico, tan cerca de aliados democráticos como Corea del Sur y Japón. Esta bestia, este dragón rojo, este gobierno chino maoista, es una amenaza para el mundo. No hay que decirlo de otra manera. No hay que tratar de ser condescendientes. Aunque puede que suena hipócrita, ya que nuestros Estados occidentales también tienen problemas que deben de ser resueltos, la República Popular China es un enemigo del mundo libre y occidental.
Incluso en la actualidad, mientras yo redacto esto y mientras ustedes lo leen, la gente en China mantiene la cabeza agachada ante las cosas que dice el gobierno. No se enteran de las cosas que ocurren más allá de sus fronteras con la misma imparcialidad que nosotros, ya que el internet que ellos consumen es filtrado por las autoridades propagandísticas de China. Disidentes políticos mueren o desaparecen al denunciar los abusos estatales y las mentiras de desinformación esparcidas desde los cuarteles generales del PCCh. Y, sin lugar a dudas, el gobierno comunista oculta los números oficiales de muchas tragedias que se suceden actualmente en todas partes. Mientras tú lees esto de manera divertida en tu Huawei con internet 5G, la gente en el Tíbet, el Hong Kong, en Macao y Taiwán sufren, temen y son perseguidos por sus deseos de libertad social y económica, en contra de una tiranía ilegítima que ya lleva casi un siglo en el poder, y que sin duda alguna no muestra signo alguno de querer dejarlo.
¿Por qué habrían de querer hacerlo? Están en su mejor momento. Las tensiones divididas en los Estados Unidos, más la crisis pandémica en Brasil, la estancación económica del capitalismo occidental y la inconsciencia destructora de la izquierda europea, estadounidense y latina, permite que los Chinos sean quienes tengan el pastel para ellos, con cuchillos en ambas manos para dividirse al mundo. La gente debe recordar lo antes posible que el monstruo que podría destruir el mundo en los próximos años no se encuentra sentado en el escritorio de la White House, sino en los Cuarteles Generales del Partido Comunista Chino. Los diversos movimientos sociales reaccionarios no deberíamos ser tan dóciles ante una amenaza tan fuerte. Es posible que ni siquiera los soviéticos hayan sido tanta amenaza para el mundo libre occidental como lo está siendo China ahora mismo.
No hay dudas que hay cosas que se pueden arreglar actualmente de nuestras sociedades occidentales. La corrupción, la negligencia y la burocracia estancada resultan un problema. Debemos reformar nuestro sistema para poder estar listos ante una inminente búsqueda hambrienta de poder e influencia de los chinos. Varios países de tendencias socialistas ya han caído ante las garras del comunismo chino (Cuba, Venezuela, Siria, Vietnam, España, Argentina, etcétera). Nosotros no debemos caer en esos errores, o terminaremos convertidos en títeres de esta peligrosa potencia extranjera. Aquellos que aprecian su libertad no deben simplemente ser negligentes y entregársela a estos individuos deshonestos, ni deberíamos confiar en sus aliados ni en nadie que los defienda.
Incluso en la actualidad, mientras yo redacto esto y mientras ustedes lo leen, la gente en China mantiene la cabeza agachada ante las cosas que dice el gobierno. No se enteran de las cosas que ocurren más allá de sus fronteras con la misma imparcialidad que nosotros, ya que el internet que ellos consumen es filtrado por las autoridades propagandísticas de China. Disidentes políticos mueren o desaparecen al denunciar los abusos estatales y las mentiras de desinformación esparcidas desde los cuarteles generales del PCCh. Y, sin lugar a dudas, el gobierno comunista oculta los números oficiales de muchas tragedias que se suceden actualmente en todas partes. Mientras tú lees esto de manera divertida en tu Huawei con internet 5G, la gente en el Tíbet, el Hong Kong, en Macao y Taiwán sufren, temen y son perseguidos por sus deseos de libertad social y económica, en contra de una tiranía ilegítima que ya lleva casi un siglo en el poder, y que sin duda alguna no muestra signo alguno de querer dejarlo.
¿Por qué habrían de querer hacerlo? Están en su mejor momento. Las tensiones divididas en los Estados Unidos, más la crisis pandémica en Brasil, la estancación económica del capitalismo occidental y la inconsciencia destructora de la izquierda europea, estadounidense y latina, permite que los Chinos sean quienes tengan el pastel para ellos, con cuchillos en ambas manos para dividirse al mundo. La gente debe recordar lo antes posible que el monstruo que podría destruir el mundo en los próximos años no se encuentra sentado en el escritorio de la White House, sino en los Cuarteles Generales del Partido Comunista Chino. Los diversos movimientos sociales reaccionarios no deberíamos ser tan dóciles ante una amenaza tan fuerte. Es posible que ni siquiera los soviéticos hayan sido tanta amenaza para el mundo libre occidental como lo está siendo China ahora mismo.
No hay dudas que hay cosas que se pueden arreglar actualmente de nuestras sociedades occidentales. La corrupción, la negligencia y la burocracia estancada resultan un problema. Debemos reformar nuestro sistema para poder estar listos ante una inminente búsqueda hambrienta de poder e influencia de los chinos. Varios países de tendencias socialistas ya han caído ante las garras del comunismo chino (Cuba, Venezuela, Siria, Vietnam, España, Argentina, etcétera). Nosotros no debemos caer en esos errores, o terminaremos convertidos en títeres de esta peligrosa potencia extranjera. Aquellos que aprecian su libertad no deben simplemente ser negligentes y entregársela a estos individuos deshonestos, ni deberíamos confiar en sus aliados ni en nadie que los defienda.
Sin dudas, ya sea que apoyes a China (cosa que no te recomendaría) o si apoyas a la civilización occidental (ni siquiera tienes que ser el lamebotas de EUA o un enamorado del capitalismo para entender el valor de nuestra sociedad libre occidental, grecorromana y judeocristiana), la cosa está clara: el mundo del resto de este siglo XXI estará dividido entre China y Occidente, entre aquellos que luchen por la libertad ante las hordas tiránicas que buscarán encadenarnos a su maquinaria revolucionara, resentida y comunista. Esto no debe ser. La libertad no debe perecer.